El cuidado del cabello no depende solamente del lavado y el peinado. La realidad indica que la aplicación de productos capilares que protejan y aporten propiedades nutritivas a nuestro cabello es igual de importante que lavárselo. Sin embargo, a la hora de elegir un tratamiento capilar, nos encontramos ante una variedad muy amplia de productos con funciones diferentes que nos pueden llegar a crear cierta confusión, por lo que en muchas ocasiones elegimos los productos por ser atractivos en apariencia, sin conocer en profundidad qué nos aportan o cómo se aplican.
Por ese motivo, hoy vamos a analizar cuatro tipos básicos de cosméticos para el cabello con el objetivo de aclarar todas las dudas relacionadas con el cuidado esencial del cabello: mascarilla, acondicionador, bálsamo y sérum.
El acondicionador es un producto de consistencia ligera que actúa sobre la parte más superficial del cabello, formando una película protectora a su alrededor. Aporta suavidad y brillo al cabello, lo que facilita su peinado, evita nudos y deja el pelo con un aspecto sano. Se puede usar a diario después de lavar el cabello con champú, dejándolo actuar durante unos 2 minutos. Requiere un total aclarado. Es importante que el acondicionador se aplique solamente de medios a puntas para evitar un aumento de la grasa capilar. Algunos acondicionadores añaden un extra de cuidado como volumen, más brillo, hidratación o protección del color, aunque sus resultados son de corta duración.
La mascarilla es el producto que contiene la acción penetrante más profunda de todos los cosméticos capilares, llegando a nutrir el cuero cabelludo. Por este motivo, su consistencia es muy densa. La función principal de la mascarilla es aportar hidratación y nutrición en profundidad al cabello, protegerlo de agresiones externas, restaurar la fibra capilar a nivel de cutícula y córtex, aumentar la flexibilidad y resistencia y potenciar volumen, suavidad y brillo. La frecuencia de uso depende del estado de salud del cabello, pero se recomienda empezar el tratamiento utilizándola de dos a tres veces por semana y, posteriormente, una vez a la semana (el resto de días puede aplicarse un acondicionador). Debe dejarse actuar sobre medios y puntas durante más tiempo que otros cosméticos. Lo recomendable son 15 minutos, siempre dependiendo del tipo de mascarilla. Posteriormente debe aclararse completamente. Los resultados son muy duraderos.
El bálsamo es un tipo de producto intermedio, ya que no sólo es superficial, sino que también penetra profundamente en el cabello. Sin embargo, no actúa sobre el cuero cabelludo. Aporta sedosidad y elasticidad, regenera, sella la cutícula, restaura el nivel adecuado de hidratación y otorga brillo. Además, facilita el peinado y elimina la electricidad estática. Su principal ventaja es que, gracias a su consistencia ligera y líquida, puede aplicarse sobre el cabello mojado o seco, sin necesidad de aclarado. Debe aplicarse sobre medios y puntas para evitar ensuciar el cuero cabelludo. Los resultados son similares a los de la mascarilla en cuanto a resultados y duración.
El sérum es un cosmético con base densa que contiene una gran concentración de ingredientes activos, que lo convierten en un tratamiento muy efectivo para reparar cabellos especialmente dañados y castigados. Asimismo, se trata de un producto que ayuda a evitar y combatir el encrespamiento, sellar las cutículas, hidratar el cabello en profundidad, aportar un extra de brillo y suavidad al pelo, reparar las puntas abiertas y dañadas, proteger el cabello del calor y definir el peinado. Se debe aplicar una cantidad muy reducida, tanto en cabello seco como mojado. Al igual que el bálsamo, no requiere aclarado.
A excepción del acondicionador, todos estos productos siguen siendo grandes desconocidos para muchas personas a pesar de sus increíbles beneficios.
Ahora que te hemos explicado su función, ¿los incluirás dentro de tu rutina capilar?
DESCUBRE CÓMO USARLOS EN :https://dsdtrichology.com/modo-empleo-dsd-tricologia-cabello-pelo/